El fenómeno pasa. Busco las leyes.
Ducasse
Contra lo lento y cotidiano, la exploración.
Bunbury

“La
leyenda de su final, aunque discutida por la crítica más rigurosa, fue aportada
por su editor, Lacroix, quien creyó reconocer al poeta en un cadáver aparecido
en las barricadas de Montmartre durante los combates de Noviembre de 1870. Y
por la dueña de la habitación de un obscuro tranviario, que después de varias
semanas sin verlo, forzó la puerta con la policía. Sólo había una cama, una
muda, dos pistolas y un par de gafas. Y sobre la pared, con letras incendiadas,
una frase: TODAS LAS LIBERTADES SON SOLIDARIAS.”
Y
ahora llega a mis manos esta exquisita edición de sus POESÍAS de
Renacimiento. Gracias, JM, por el regalo. Sí: es hora de
reaccionar ya contra lo que nos lastima y nos doblega tan soberanamente.
Las perturbaciones, las ansiedades, las depravaciones, la muerte, las
excepciones en el orden físico o moral, el espíritu de negación, los
embrutecimientos, las alucinaciones servidas por la voluntad, los tormentos, la
destrucción, los trastornos, las lágrimas, las insaciabilidades, los
servilismos, las imaginaciones penetrantes, las novelas, lo inesperado, lo que
no hay que hacer, las singularidades químicas del buitre misterioso que acecha
la carroña de alguna ilusión muerta, las experiencias precoces y abortadas, las
oscuridades con caparazón de chinche, la monomanía terrible del orgullo, la
inoculación de los estupores profundos, las oraciones fúnebres, las envidias,
las traiciones, las tiranías, las impiedades, las irritaciones, las acrimonias,
los despropósitos agresivos, la demencia, el spleen, los espantos razonados,
las inquietudes extrañas que el lector preferiría no sentir, las muecas, las
neurosis, las hileras sangrantes por las cuales se hace pasar la lógica
acorralada, las exageraciones, la ausencia de sinceridad, las burlas, las
vulgaridades, lo sombrío, lo lúgubre, los partos peores que los crímenes, las
pasiones, el clan de los novelistas de tribunales, las tragedias, las odas, los
melodramas, los extremos presentados a perpetuidad, la razón impunemente
silbada, los olores de los cobardes, las desazones, las ranas, los pulpos, los
tiburones, el simún del desierto, lo sonámbulo, turbio, nocturno, somnífero,
noctámbulo, viscoso, foca parlante, equívoco, tuberculoso, espasmodico,
afrodisiaco, anémico, tuerto, hermafrodita, bastardo, albino, pederasta,
fenómeno de acuario y mujer bar-buda, las horas borrachas de desencanto
taciturno, las fantasías, las acritudes, los monstruos, los silogismos desmoralizadores,
las basuras, lo que no reflexiona como el niño, la desolación, el manzanillo
intelectual, los chancros perfumados, las nalgas con camelias, la culpabilidad
de un escritor que rueda por la pendiente de la nada y se desprecia a sí mismo
con gritos alegres, los remordimientos, las hipocresías, las perspectivas vagas
que os trituran con sus engranajes imperceptibles, los serios escupitajos sobre
los axiomas sagrados, los piojos y sus cosquilleos insinuantes, los prefacios
insensatos, como los de Cromwell, la señorita de Maum y de Dumas hijo, las
caducidades, las impotencias, las blasfemias, las asfixias, los ahogos, las
rabias ante esos osarios inmundos que hacen que enrojezca al nombrarlos, es
hora de reaccionar ya contra lo que nos lastima y nos doblega tan soberanamente.
Isidore Ducasse
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