martes, 27 de octubre de 2015

DE TUMBAS POR PARÍS



Lejos de las sepulturas célebres, camino de un cementerio aislado, 
mi corazón, como un tambor cubierto de crespones, 
va redoblando una marcha fúnebre.

Baudelaire



He estado cuatro veces en París, y en cada viaje una de mis obsesiones ha sido pasear por sus cementerios. Claro: la ciudad es propicia siempre para largas caminatas, como uno de nuestros últimos paseos, J y JM, hasta ese Balzac que mira desde lo alto... Pero ¿y esos cementerios? Esas esculturas, esos largos pasillos, esa vegetación... Ese olor a cementerio, esa luz. El silencio.

He de reconocer que siento predilección por los cementerios de París (y conozco unos cuantos). No quiero olvidar tampoco el de Budapest -¿hay algo que no sea hermoso en esa ciudad, Mr. Hyde?-, que me fascinó desde su misma entrada, con aquellos árboles creando un pasillo macnífico que daban la bienvenida a todo el que se adentraba en su laberíntica estructura. Pero París... Oh, París. París es otra cosa.

Si visitan la ciudad, no descarten una ruta por el Montparnasse, el Montmartre o el Pére Lachaise. Cojan un libro; siéntense cerca de una tumba hermosa. Escuchen el silencio. 




























2 comentarios:

  1. Gran recomendación Noelia. La verdad es que se crea un silencio mordido que es la hostia. Cuando estuve en la tumba de Cortázar, en Montparnasse, tuve la misma sensación que cuando estuve en la isla de Pascua. Aquí ha pasado algo y yo he llegado tarde.

    Un abrazo.

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