Después me subo a tu coche
y dejo pasar la vida.
Ariel Rot
Hablando la otra noche sobre poesía con D y L después de un (muy buen) recital, nos pegábamos unas risas sobre la supuesta nostalgia que un poeta joven puede sentir.
N O S T A L G I A (nótese la importancia de la palabra).
N O S T A L G I A (nótese la importancia de la palabra).
¿Qué nostalgia puede sentir una persona de veintiún años? Y, entre risas, llegábamos a la conclusión, al final, de que sí: de que -a su manera- hay nostalgia a esa edad. Una nostalgia distinta, adolescente si queremos llamarla así. Una nostalgia que luego ya no se siente, una nostalgia básica quizá. Pero sí: existe. Pensemos en cuando teníamos veintiún años, o diecisiete, o incluso quince. La nostalgia está, aunque muchas veces no sabíamos de dónde venía ni por qué.
Y entonces me pasó al día siguiente algo extraño, algo que hacía tiempo que no sentía, algo que reconocí enseguida: me asaltó la nostalgia en un cruce. Mientras esperaba el verde del semáforo (y con aquella canción "nuestra" sonando ya viejuna en la radio), vi pasar -en un segundo casi, como un destello- un Polo rojo. Y me acordé entonces de mi querido primer coche, y entonces sentí eso que llamamos nostalgia. Adolescente, básica, "cutre", sí, pero era nostalgia.
¿Recuerdas?
Las noches en "la cresta del gallo"; los pistachos y poemas los sábados por la mañana; las colas en el Mercadona para escapar de la ciudad los días de fiesta y cargar el maletero cuanto antes; la música reventando nuestros oídos; o la manera en que, Cactus, decías "ser el chico malo" de aquella canción de Ariel Rot; cómo imitaba yo tocar el piano sobre el volante, y si no lo hacía, te extrañabas; apurando en las curvas, perdíamos la gravedad y me reñías; o cuando pasábamos las tardes en Las Salinas cenando ante la caída del sol; o la lluvia sobre el techo chillando; o reventar la rueda y no atinar a llamar al seguro, y gritarte SOS desde una cabina para que vinieras a rescatarnos a mí y a mi Polo rojo; o la esterilla del yoga donde te dormiste en el concierto de Héroes del Silencio, aún extasiadas de la música; tú durmiendo en él para esperarme los miércoles. La Libertad en chapa roja.
A veces la nostalgia es eso.
Ese pequeño Polo rojo de tres puertas. Ese Polo rojo que nos llevó al fin del mundo durante algo más de un año. Ese Polo rojo que es -y qué fácil se reconoce- la nostalgia de entonces.
Ese pequeño Polo rojo de tres puertas. Ese Polo rojo que nos llevó al fin del mundo durante algo más de un año. Ese Polo rojo que es -y qué fácil se reconoce- la nostalgia de entonces.
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