martes, 27 de junio de 2017

DOS POEMAS DE "LA IMPEDIMENTA", DE ALBERTO CHESSA

LA IMPEDIMENTA 
de ALBERTO CHESSA





NATURALEZA VIVA


A María Fenollar


Abrí los ojos. Una familia nos miraba.
A mí y a todo el resto de figuras.
Vi que formaba parte de un belén.
Parecían felices, satisfechos de su obra.
Sabemos que un belén es un trasunto
De eso que somos, de nosotros mismos,
Y es por ello que armarlo es cosa seria.
La familia (papá, mamá y las niñas)
Brujuleaba con la vista el marco
Y comentaba no sé qué en voz baja
Con palabras que rezumaban muérdago.
¿Temen importunarnos? —malicié—.
¿O es que andan renovando su secreto?
No conseguí saber quién era yo,
Qué figura



DONDEQUIERA QUE VIAJE
LA HÉLADE ME HIERE


A Óliver Guerrero


Me desperté con la cabeza de una estatua.
Una estatua diría que de Fidias o así.
Más bella, desde luego, que mi real cabeza,
Pero también pesada, bastante más pesada
Que mi real cabeza. ¿Qué hago ahora con ella?
—Me inquirí, descartado el ademán minúsculo
De apoyarla en los brazos con ángulo de cuña.
Imposible, deduje: me habría roto los codos.
Busqué entonces, sin fe, la pieza del enrosque,
La chumacera que ensamblase ese busto
(¿De mármol?, ¿de alabastro?) con el humano cuello.
Nada: el pescuezo bien podía rebanármelo
Pero aquella cabeza de estatua no se iría.
Varié la estrategia y me propuse amarla,
Amada como nunca cabeza alguna ha sido.
La estatua, o lo que de ella quedaba en mí, sonrió.
La sonrisa era triste, ajena, muy hombruna



*De LA IMPEDIMENTA (Huerga&Fierro Ed., 2017)



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