Hoy es un día tranquilo. Me dejan leer en horas de trabajo. No es que me concentre mucho en estos lares, pero al menos puedo coger un libro y evadirme un poco de la estupidez humana que nos define. Y esa chica que también lee ahora me da la paz que necesito: el verde de la camiseta, el pelo sobre sus clavículas, las hojas que pasan.
Llevo días con éste en la maleta: POESÍA EXPERIMENTAL DE LOS 50 EN LENGUA NEERLANDESA (RavensWood Books Editorial, 2016). Sube a mi coche, baja de mi coche, se queda esperando en la mesa mientras dicto verbos en latín. Luego, con el sol brillando en sus esquinas, vuelve a entrar en el viejo Córdoba y espera tranquilo en el viaje. Lo dejo en la estantería de la entrada de casa, por si mañana pudiera echarle un ojo. Él espera, sin echarme nada en cara. Y así lleva varios días.
Ay, la paciencia de los libros... Nos esperan como perros viejos ante la puerta, replegados en un rincón de la casa. Atentos.
Pero hoy es un día tranquilo. Hoy he cogido el libro. Gracias, Antonio Cruz, por acercarnos a esto:
ULISES
He visto demasiadas luchas,
he escuchado demasiados llantos de amantes,
siempre he viajado demasiado lejos.
Mi ojo ha sustituido un mundonuevo,
mi oreja una trompa.
Demasiado fango,
demasiada carroña dentro.
Demasiada alegría.
Ahora me oculto entre los amantes,
esos mendigos.
Hugo Claus (1929-2008)
LA CASA
Se está atrapado en la casa
se camina del armario del pan a la pared
se golpea sobre la imagen de la puerta
Se asusta de la visión textual
primeramente se escribe sumiso de lo que hay
a continuación se lee cómo todo se descarna
En la noche se extingue la ventana
se escucha obediente un arroyo
por lo que más sordo en al oscuridad del mar -
Gerrit Kouwenaar (1923-2014)
[TIEMPO: AL FIN...]
Tiempo: al fin.
Estamos sin resentimiento,
Juntos en esta pequeña casa, reconciliados
Con los años de culpa y ceguera,
Liberados
Del baile de san Vito
Sobre el ritmo del miedo.
Desde fuera de los muros nos llega un murmullo.
¿Es el viento?
O es la noche en la que nosotros,
lejos en el espacio sin tiempo,
ya nunca somos ciegos,
nunca más culpables.
Ben Cami (1920-2004)