XXXVII
VEN
AQUÍ, DIOSA CIPRIA, Y EN DORADAS
COPAS
ESCANCIA DELICADAMENTE
NÉCTAR
ENTREMEZCLADO DE ALEGRÍAS.
Eso
canta Safo en la hermosa traducción de Aurora Luque.
Era una tarde de calor espeso.
Estaba yo bebiendo en paz en el S. Andrea
cuando en la escalinata que conduce al Duomo
vi sentados a un chico y una chica.
Qué resplandor de juventud.
Una belleza más allá de la belleza. Se
De pronto fue como si sobre Amalfi descendiera
un silencio sagrado
y sólo existieran aquellos dos
jóvenes. Ellos. Aureolados
del ardor de esos años. Su
juventud suntuosa
rebosando el deseo.
Y recordé esos versos de Estratón
cuando sueña con el beso de Méride
y se pregunta: Si me besó,
cómo habiéndome convertido así en un Dios
sigo errante sobre la tierra?
Y entonces pensé en usted, Kavafis,
y en versos suyos donde se exalta esa pasión
y fue una sensación tan fuerte
que casi podía sentirlo a usted al otro lado de
la mesa
y que hablábamos, comentábamos la delicia
de aquellos jóvenes.
Vi en sus ojos, Kavafis, la añoranza que usted
sentía
de besos como esos, el deseo de cuerpos como
esos,
como daríamos lo que fuera
por gozarlos, verlos reír y suspirar
con nuestras caricias…
y nos vi
a usted y a mí
colgando ante ese esplendor, como aquella
vez Meleagro en la puerta de Cipris,
los despojos de nuestra pasión.
Y me dije Ah si la vida fuera
generosa,
si fuésemos generosos con nosotros mismos,
buscaríamos atraer
la curiosidad de esas criaturas, los
invitaríamos
a sentarse a nuestra mesa, a beber con
nosotros,
los endecasílabos con nuestra conversación,
y después
(¿por qué no soñar que bajo un crepúsculo en
llamas?)
usted se iría con el chico
y ella conmigo.
José María Álvarez
*De SEEK TO KNOW NO MORE
Excelente poema. Noto que hay una errata: "endecasílabos" por "encandilaríamos". Gracias de todas formas. Un cavafiano saludo.
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