Leía a Lampedusa con placeres:
Angelica, Tancredi, y el viejo príncipe…
Buscaba a una amiga en el estío lánguido,
transcurría el tiempo, estafado, perdido.
Mirando el reloj de la alta torre
soñaba a Harold Lloyd y mi Infancia.
El más grato recuerdo: mi perro,
mi primer perro
y mi abuelo fuerte,
y un deseo tonto de aristocracia.
Más tarde,
de cuando en cuando un
beso y enigmas de mujer.
FOGGY DAYS
Lo que me queda por decir,
los libros por leer
y esa muchacha de ojos lánguidos
que lee a Kant
preguntándose por lo Bello
sin emoción.
Pero hay gente en la calle
que transita lo oscuro
y pequeños jardines
donde juegan los perros,
cansados autobuses
que transportan el frío
de mil amores sin respuesta,
del Deseo multiplicado
por los anuncios luminosos
y carteles de viejos cines…
Lo que me queda por decir es tanto
cuando siento las injusticias
y pierdo a mis amigos
en las calles del Tiempo;
he olvidado sus nombres
y el de las damas que acompañamos
a sus portales
de niebla densa
y sueños caros.
Ahora viene el Silencio,
aguardando la aurora
y el día temprano.
No hay más que escombros
que alguien barre
indiferente.
Trabajadores que caminan deprisa,
azafatas, camareras…
Y yo, aquí sentado,
escribiendo algún verso:
lo que me queda por decir
que no haya engullido la Calígine.
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