Para los que no podéis estar en La Montaña Mágica de Cartagena hoy, un poco de lo que leeré de "Verbos por dentelladas" (Ravenswood Books, 2016).
Día de sentimientos encontrados, pero ¡vamos!
ESTADO DE GRACIA
Te sientas y abres una botella.
Hoy prefieres un tinto,
negro como la sangre de Héctor.
Te empapa mientras oyes algo de música.
La ventana está abierta. Es suficiente –piensas.
Alzas la copa y brindas por un verso,
uno que no recuerdas, pero
ese
que te hizo sentir que algo queda,
que algo merece aún la pena.
Notas esa embriaguez bajar hasta tu vientre,
muy cerca del pubis.
Todo está bien.
Te miras dichoso –por un instante– al espejo,
en paz, en comunión contigo mismo,
con la certeza de que te reconciliarás
con el mundo muy pronto.
O tal vez no.
ESTADO DE GRACIA
Las mentiras más crueles son dichas en silencio.
Stevenson
Te sientas y abres una botella.
Hoy prefieres un tinto,
negro como la sangre de Héctor.
Te empapa mientras oyes algo de música.
La ventana está abierta. Es suficiente –piensas.
Alzas la copa y brindas por un verso,
uno que no recuerdas, pero
ese
que te hizo sentir que algo queda,
que algo merece aún la pena.
Notas esa embriaguez bajar hasta tu vientre,
muy cerca del pubis.
Todo está bien.
Te miras dichoso –por un instante– al espejo,
en paz, en comunión contigo mismo,
con la certeza de que te reconciliarás
con el mundo muy pronto.
O tal vez no.
DESCONCIERTO
Reconozco a veces mi vida en algunos sitios.
El café, un cigarro, una terraza agradable.
Las Mezquitas me tuvieron dentro,
me perdí en las calles del Bazar.
En Nueva York tengo ropa en la tintorería,
veo caras conocidas en el barrio de Termini,
tratos familiares en Alexander Platz.
A veces, perfecta realidad. Otras, abismo.
Otras veces, sólo soy real en Cartagena.
Y esa sensación me asfixia.
Hombre astuto
que erró mucho tiempo…
Homero
El café, un cigarro, una terraza agradable.
Las Mezquitas me tuvieron dentro,
me perdí en las calles del Bazar.
En Nueva York tengo ropa en la tintorería,
veo caras conocidas en el barrio de Termini,
tratos familiares en Alexander Platz.
A veces, perfecta realidad. Otras, abismo.
Otras veces, sólo soy real en Cartagena.
Y esa sensación me asfixia.
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