miércoles, 6 de abril de 2016

AUNQUE NO NOS GUSTE


Es curioso cómo la música nos transporta al pasado. No sólo cómo nos recuerda a esta o aquella persona, sino cómo realmente nos lleva meses, años atrás con sólo dos acordes.

Esto lo he pensado (claro, como todos) mil veces, pero ha sido hoy cuando de repente he empezado a hacer un elenco rápido en la cabeza de esas canciones que actúan como máquinas del tiempo. No son canciones especialmente importantes para uno, ojo: no es la SIRENA VARADA o SPACE ODDITY. No son ni siquiera tus cantantes favoritos, ni siquiera el estilo que prefieres.

Andaba yo haciendo faena por casa, lidiando con mis perrillos, al son de un viejo aparato de JB (que uso sobre todo porque me recuerda a él; ya ven: soy una romántica) y ha sonado ESA canción. Una canción que sé que a PC, cuando la oye, la lleva al mismo sitio: al año 95, quizá, o como mucho inicios del 96. La canción es Ironic, de Alanis Morissette, y estábamos sentadas las dos en las escaleras del centro juvenil; comenzó a sonar como un eco lejano, ¡pero bien la distinguimos! Corrimos al encuentro de la música; todavía nos recuerdo emocionadas porque sonaba aquellos y nos llamaba con urgencia. Era una época feliz, de adolescentes locos que fumaban a escondidas Fortuna y jugaban a quitarse novios (o a compartirlos, ¿no, PC?). Es esa canción y no otra la que me lleva a esos meses de encuentros con los amigos, a cervezas que me repugnaban, a notitas de amor, a jugar a ser mayores quedando aún mucho.

Agila. Verano del 96. Pensaba que había descubierto la pólvora. Ella llevaba unas botas verdes muy modernas, era delgada, pero tenía una boca asombrosa. Era un poco punk, pero sólo tengo recuerdos difusos. Esa tarde no: esa tarde, ese momento, lo tengo nítido. Me puso aquello en su casa, vestida de vaqueros viejos y una chaqueta de una talla bastante más grande: Buscando una luna. Y vuelvo cada vez que la oigo a aquella tarde, a esa muchacha que nos parecía tan moderna con sus botas verdes y sus brazos escondidos tras la tela. ¿Qué habrá sido de ella?

O Zombi, que me trae a Burbuja increíblemente pequeña, con apenas tres años, cantando como una loca la canción sin entender ni una palabra. Tenía siempre la cara manchada y solía salir con el culo al aire a la calle, pero esa tarde estaba sentada frente a mí, y cantaba con los 40 Principales aquel tema de Dolores. O cuando en 2008 sonaba a todas horas El secreto de las tortugas, y a mí no me decía nada aquella canción, pero íbamos Cactus y yo locas hacia la playa a cenar en la puesta de sol. Llevábamos ensalada y algo de fruta, y el sol era rojo como los atardeceres de verano en el Mar Menor, y éramos libres, y ella llevaba una camiseta azul. Justo ese momento viene a mí como el más reciente de todos cuando oigo esa canción.


Dicen que la música amansa a las fieras, pero -como los olores- es capaz de llevarnos a esos lugares y tiempos que creíamos haber olvidado. No son canciones que te hacen vibrar, que pondrías en bucle una y otra y otra vez en tu viejo Córdoba cuando sales del trabajo, ni la incluyes en una recopilación para viajar por Turquía. Pero sí: tienen esa curiosa capacidad del retrospected que a veces nos sorprende y nos recuerda que somos lo que somos también por lo que hemos oído.  

Sigamos siempre creando recuerdos a través de la música.*






*Aunque no nos guste Sabina.


No hay comentarios:

Publicar un comentario