NO QUIERAS SABER MÁS
Seek to know no more, dicen las Fatídicas. A lo
que un Macbeth enloquecido, que recuerda al mismo Edipo ante el oráculo,
responde: Quedaré satisfecho: negadme
esto y una eterna maldición caerá sobre vosotras. ¡Dejadme saber!
No quieras saber más. José María no podía haber elegido un título
mejor para esta última entrega de su poesía (porque esperamos sus poemarios
como lo hacen los fans de Star Wars: ansiosos y absolutamente devotos). Un
título que no sólo manifiesta su pasión por Shakespeare, sino que ya adelanta
esa rotundidad que tiene todo el poemario desde el primer verso hasta el
último.
La primera vez que leí -del
tirón- Seek to know no more, recuerdo
que llamé inmediatamente al Maestro y le dije lo que quizá creo que más define
este libro: Metes caña. Y es que, si uno sigue la obra de Álvarez, reconoce
pronto ese punto de
independencia y libertad revolucionarias. Bien en cierto que ese toque
inconformista que leemos aquí aparece en muchas ocasiones (también en su
prosa), pero aquí hay un aire rebelde (no contra el mundo en sí; la idea es más
compleja) que está mucho más patente, menos velado que en poemarios anteriores.
Álvarez sigue la estela que otras
veces hemos leído, en el sentido de que uno siente esa pasión constante, esa
curiosidad perenne, el amor por el Arte y el respeto por la Literatura, pero en
este libro da un giro de tuerca y muestra una parte más “de batalla” (no estoy
diciendo que pierda solemnidad ni nobleza, ojo) y cuenta las cosas de una
manera más directa. Se vuelve irónico, punzante, sincero, al mismo tiempo que
nos sigue premiando el espíritu con hermosos paisajes y atardeceres, noches
dignas de recuerdo que hacen la vida más soportable, mujeres y libros, batallas
y viajes. La luz, el mar como una balsa de aceite, el viento azotando los
pinos.
Ese tono elegíaco de poemarios
anteriores (recordemos, por ejemplo, Como
la luz de la Luna en un martini, donde en muchos poemas había un tono casi
de despedida) deja paso a un estilo rebelde, un punto agresivo que recuerda a
sus poemas de juventud, con ataques directos incluso en varias ocasiones, de
una gran contundencia incendiaria. Porque Álvarez es hijo de Grecia, del Siglo
de las Luces, de Federico II, de las viejas catedrales, de Carlomagno, de la
Civilización: hijo de todo aquello que es digno, todo aquello que se están
cargando en un período brevísimo sin apenas tiempo de reacción. Y José María
ataca todo eso con sus poemas: ataca la barbarie en la que hemos caído, el
hundimiento de la moral y la ética que habíamos tardado tanto en levantar. Es
la reacción ante la devastación de la Cultura tal y como la conocíamos, ante la
destrucción del Arte y la Literatura, ante la imposición de nuevas normas
absurdas que acaban con el progreso y que nos llevan a una bestialidad no
conocida. Es su forma de rebelarse contra ello porque el poeta -cuyo destino es
la Literatura- no conoce otra manera más digna de hacerlo.
Y a mí, como devota de su obra,
me ha gustado reencontrarme con ese Álvarez que otras veces he leído y escuchado,
ese niño juguetón que recuerda al Ovidio más rebelde y que nos hace sentir -por
qué no decirlo- un poco menos solos en este mundo de cartón piedra, cada vez
más artificial y artificioso, donde quizá queden menos cosas de las que creemos
capaces de salvarnos de esa barbarie.
Seek to know no more es una de ellas.
Gracias, Maestro.
*Publicado el 30 de Enero de 2016
en el diario La Opinión de Murcia.
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