martes, 9 de febrero de 2016

SEEK TO KNOW NO MORE de José María Álvarez


NO QUIERAS SABER MÁS


Seek to know no more, dicen las Fatídicas. A lo que un Macbeth enloquecido, que recuerda al mismo Edipo ante el oráculo, responde: Quedaré satisfecho: negadme esto y una eterna maldición caerá sobre vosotras. ¡Dejadme saber!

No quieras saber más. José María no podía haber elegido un título mejor para esta última entrega de su poesía (porque esperamos sus poemarios como lo hacen los fans de Star Wars: ansiosos y absolutamente devotos). Un título que no sólo manifiesta su pasión por Shakespeare, sino que ya adelanta esa rotundidad que tiene todo el poemario desde el primer verso hasta el último.

La primera vez que leí -del tirón- Seek to know no more, recuerdo que llamé inmediatamente al Maestro y le dije lo que quizá creo que más define este libro: Metes caña. Y es que, si uno sigue la obra de Álvarez, reconoce pronto ese punto de independencia y libertad revolucionarias. Bien en cierto que ese toque inconformista que leemos aquí aparece en muchas ocasiones (también en su prosa), pero aquí hay un aire rebelde (no contra el mundo en sí; la idea es más compleja) que está mucho más patente, menos velado que en poemarios anteriores.


Álvarez sigue la estela que otras veces hemos leído, en el sentido de que uno siente esa pasión constante, esa curiosidad perenne, el amor por el Arte y el respeto por la Literatura, pero en este libro da un giro de tuerca y muestra una parte más “de batalla” (no estoy diciendo que pierda solemnidad ni nobleza, ojo) y cuenta las cosas de una manera más directa. Se vuelve irónico, punzante, sincero, al mismo tiempo que nos sigue premiando el espíritu con hermosos paisajes y atardeceres, noches dignas de recuerdo que hacen la vida más soportable, mujeres y libros, batallas y viajes. La luz, el mar como una balsa de aceite, el viento azotando los pinos.

Ese tono elegíaco de poemarios anteriores (recordemos, por ejemplo, Como la luz de la Luna en un martini, donde en muchos poemas había un tono casi de despedida) deja paso a un estilo rebelde, un punto agresivo que recuerda a sus poemas de juventud, con ataques directos incluso en varias ocasiones, de una gran contundencia incendiaria. Porque Álvarez es hijo de Grecia, del Siglo de las Luces, de Federico II, de las viejas catedrales, de Carlomagno, de la Civilización: hijo de todo aquello que es digno, todo aquello que se están cargando en un período brevísimo sin apenas tiempo de reacción. Y José María ataca todo eso con sus poemas: ataca la barbarie en la que hemos caído, el hundimiento de la moral y la ética que habíamos tardado tanto en levantar. Es la reacción ante la devastación de la Cultura tal y como la conocíamos, ante la destrucción del Arte y la Literatura, ante la imposición de nuevas normas absurdas que acaban con el progreso y que nos llevan a una bestialidad no conocida. Es su forma de rebelarse contra ello porque el poeta -cuyo destino es la Literatura- no conoce otra manera más digna de hacerlo.



Y a mí, como devota de su obra, me ha gustado reencontrarme con ese Álvarez que otras veces he leído y escuchado, ese niño juguetón que recuerda al Ovidio más rebelde y que nos hace sentir -por qué no decirlo- un poco menos solos en este mundo de cartón piedra, cada vez más artificial y artificioso, donde quizá queden menos cosas de las que creemos capaces de salvarnos de esa barbarie. Seek to know no more es una de ellas.


Gracias, Maestro.



*Publicado el 30 de Enero de 2016 
en el diario La Opinión de Murcia.


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