Primero, El último gancho de Kid Fracaso una noche de
Madrid. Luego, Como pasa el aire sobre el lomo de
una bestia y otras cosas que con cariño recibí en el correo.
Y
entonces, un día cualquiera de 2016, J me sorprende con esto -siempre lo hace-, que llega muy bien
envuelto desde Canarias.
Arqueología,
me dice Pedro.
Pero
ya saben: siempre me han fascinado las cosas viejas.
La
culpa
Yo quemé la biblioteca de Alejandría
y toqué la lira hipnotizado
por las llamaradas de Roma.
Yo confundí a Ptolomeo
y vendí aquel veneno
a Julieta Capuleto.
Yo iba arrancando la hierba
allí donde pisaba el caballo de Atila
y robé el oro a los moribundos
de la matanza de Otumba.
Fui yo quien obligó a Orfeo
a mirar atrás
y yo pagué a Charlotte Corday
la sangre de Marat.
Yo surgí una noche
de la mente penumbrosa
del rey del suspense
para asfixiar a la dulce Grace.
O todo ello me parece que hice
cuando me apresto a cruzar el siglo
y me asalta esta honda, sincera
aflicción de ser
hombre.
Pedro Flores
EL OCIO FÉRTIL
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