domingo, 1 de noviembre de 2015

ÍTACA, de Vicente Fernández González


El Egeo, el Jonio, Creta abajo, la Arcadia feliz, la punta de la bota y Mesina. Escila, Caribdis. Oh, el Etna poderoso. Las Cícladas, las regiones de Tracia, Naxos y Ariadna. Arriba, lejos, Brindisi. Ovidio aquí aún no está en Tómos. Los muros de Micenas. Todo cuanto hemos sido. Y pequeña, en el centro, Ítaca.

Ítaca. Ítaca. Como un eco.

¿Puede haber algo más hermoso que esto que recibo hace unos días en casa? Como Ulises, este libro viaja hasta mis manos discreto, inconsciente de lo que oculta. Y al abrir el sobre entonces siento, como dice el autor en su prólogo, que es un viaje de ida. Jamás de regreso. Todo siempre es un viaje de ida. 

Una joya, oigan. Esa Ítaca de Kavafis, ahora traducida por Vicente Fernández González, ilustrada por Federico Delicado (recuerden: omen, nomen), y en una cuidada edición de Nórdica Libros. ¿Se puede pedir más?

Me he enamorado como hacía tiempo no me pasaba. Gracias. 

Es una auténtica delicia.









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