viernes, 27 de enero de 2017

"Lo que se denomina pecado es un elemento esencial del progreso"




En un momento dado de la conversación entre Ernest y Gilbert en EL CRÍTICO COMO ARTISTA de Oscar Wilde, Gilbert dice lo siguiente:


Si viviéramos lo suficiente para ver las consecuencias de nuestras actuaciones, podría suceder que los que se llaman buenos se vieran afligidos por un pesado remordimiento, y que los tachados de malos por el mundo gozarían de una noble alegría. Cada pequeña cosa que hacemos pasa después a la gran máquina de la vida que puede moler nuestras virtudes en inútil polvo o transformar nuestros pecados en elementos de una nueva civilización más maravillosa que ninguna de las precedentes.

Pero los hombres son esclavos de las palabras. Se alzan iracundos contra el materialismo, como ellos lo llaman, olvidando que no ha habido progreso material que no haya espiritualizado al mundo, y que ha habido muy pocos, si los hubo, despertares espirituales que no hayan malgastado las facultades del mundo en estériles esperanzas en aspiraciones infecundas y en creencias vacías y entorpecedoras. Lo que se denomina pecado es un elemento esencial del progreso. Sin él, el mundo se estancaría, perdería la juventud y el colorido. Con su curiosidad, el pecado aumenta la experiencia de la raza. Al intensificar el individualismo nos salva de la monotonía del "tipo". Su repulsa de las nociones corrientes sobre la moralidad le hace poseer la más elevada moral.



¿Es el pecado el origen del progreso? ¿Nos acerca al avance de la raza más de lo que creemos? ¿Sin el pecado hay ese estancamiento del que habla Gilbert? Una pregunta que llevo haciéndome días y de la que no tengo clara la respuesta. 

Pero mientras tanto, pequemos, por si acaso...




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