lunes, 28 de diciembre de 2015

ILUSIONES




El niño ya es un hombre 
Ha sobrevivido a la gravedad 
La ironía de la física 
Enemiga de la sinceridad 



Me confieso una completa enamorada de Carlos Ann.

No os preocupéis: lo sabe mi familia. Llevo ya unos quince años enganchada a Ann y me temo que va a seguir siendo así. Amo sus letras, su concepto de la música y de la vida. Su sonrisa.



Fue un honor contar con él en el Número DOS de la revista en papel, es un honor contar con su amistad y será un honor volverlo a ver en directo el próximo 15 de Enero en La Yesería, en Murcia, junto a mi querido Fernando Bazán.

Ilusiones. Esas cosas que nos mantienen en pie.






sábado, 26 de diciembre de 2015

CABALGAR EN LAS ALAS DE LA TORMENTA de Efraín Bartolomé


Efraín Bartolomé ha puesto su vida al servicio de la poesía tal y como lo haría un vates. Si algo define la obra de Efraín es la emoción, pero esta antología que aquí nos trae va más allá de la simple puesta en verso de experiencias vitales.



Reconozco que he lo he leído más veces de lo que pensaba que necesitaría para hacer este epílogo. Y lo hice porque no estamos ante cualquier antología. Una antología de amor, sí, pero no sólo eso: es la exaltación del amor en su sentido más puro, un canto a la mujer y a esa fuerza casi destructora -a veces- que es el amor. No hace falta mucho para defender la poesía de este poeta que entona un canto casi místico, que hace del verso casi carne, una carne que nos parece tocar en cada composición.

Poemas donde la metáfora no falta, pero con la sonoridad y la magnificencia del uso se la palabra correcta. Para Efraín, lo real y lo divino son lo mismo, como cuando cabalga como un potro o reza a sus diosas. Acertado en la estructura de los poemas (y del fondo de cada uno), hay algo que no pone en duda su capacidad creadora: los finales. Es como el aullido del lobo en mitad de la noche, como las paredes de la casa que se desploman de golpe. La rotundidad del Séneca romano o la devoción del Catulo más lesbio: eso es Cabalgar en las alas de la tormenta. ¿Hay mejor presentación de esta antología? Desde el título nos lo deja claro: la tormenta, el ruido, la furia… del amor, que nos lleva como animales salvajes hasta el fuego, la noche, la tierra húmeda.

Frente a la destrucción y el aire sucio, besa. Frente a la sangre agusanada de los corruptos, besa. Su Diosa es jade, es flor, es brillante, es Noche. Las imágenes se convierten en mojones de un camino inexplorable, de un camino que es cielo revolcado pero Tierra, pero Cielo. Y el cuerpo es tan importante como la emoción: la carne se convierte así en el vehículo de ese amor abrasador, de esa vida estallando en el tumbo feliz de la cascada. Porque la unión de esos cuerpos golpeándose en el núcleo del Cuerno de la Abundancia también es amor, y la lengua en la línea ecuatorial, y el recio falo, y la vulva como caldera hiperbórea. Todo eso es también amor.



Cuando uno saborea (y uso este verbo con toda intención buscada) los versos de Efraín, no tiene más remedio que buscar ese licor que otorga las visiones antes del hundimiento, de convertirse en el animal más primitivo para saciar el deseo, de inclinarse como un obediente girasol ante esa luz. En definitiva: de amar.

Todo lo que uno encuentra aquí es pasión: eso es el amor. Un amor que se huele, que se toca, que se lame con tibia lengua, que se abraza con todas las venas del cuerpo. Y Efraín Bartolomé, con la firmeza de alguien que lo ha visto ante sus ojos, con el vigor del crepúsculo y la noche, como un vates, lo sabe. Pruébenlo ustedes y verán que no se equivoca.

Gracias, Efraín.



*Epílogo de CABALGAR EN LAS ALAS DE LA TORMENTA,
 antología de Efraín Bartolomé publicada por la editorial Balduque (2015).



sábado, 19 de diciembre de 2015

Dulce Navidad



Estoy contenta, pa qué mentir.

Ya está aquí esta preciosidad de Efraín Bartolomé editada por Balduque: CABALGAR EN LAS ALAS DE LA TORMENTA, hermoso por dentro y por fuera:



(...) Te vas entonces con la niebla     por las hebras de sol
Desapareces por la hilera de cerros que bajan a Palenque
Hacia los grandes ríos
Hacia la lejanía entrañable de las imágenes.



Y ya se puede leer la primera y segunda entrega de EL HOMBRE SOLITARIO, la entrevista a ROGER WOLFE, donde podéis encontrar un Roger sincero, auténtico. Como él es. ¡Y a punto de salir en edición exenta su AMOR Y MEDIA VUELTA! Estoy emocionada, sí.



EL HOMBRE EQUIVOCADO

Entra corriendo
en la habitación
me clava la mirada
y dice
mientras alza un dedo y lo sacude
delante de mi cara:
«Espero que pagues algún día
por todo lo que me estás haciendo sufrir.
Y espero no estar muerta,
para verlo».
Dios, qué frío hace aquí dentro.
Yo creía
que el infierno
era un sitio caluroso.
Pero ésa
debe de ser
otra de las muchas cosas
en las que estoy equivocado.



Navidad: esas señaladas fechas que a veces amargan, pero esto endulza de verdad. Gracias a los dos.





viernes, 11 de diciembre de 2015

INFIERNO Y NADIE de Antonio Marín Albalate



Atormentado y solo
sufre
el silencio de tus labios.




Anoche no quisimos faltar a la cita en el Café Ficciones de Murcia de la presentación de la antología de Antonio Marín Albalate INFIERNO Y NADIE, que acaba de publicar Unaria Ediciones. Un cariñoso Ángel Paniagua fue el encargado de presentar el acto de Albalate, ese poeta que a veces hemos visto desdoblado en otros nombres, otros poetas.

Cierto es que -dado cómo suceden los días (y a veces las noches)- no he podido más que leer el estudio preliminar de José Luis Abraham López (al que doy desde aquí la enhorabuena por el maravilloso recorrido que hace de la obra de Antonio), sobre el que poco más se puede decir y del que me permito la licencia de citar con un párrafo que resume mucho sobre la poesía de Albalato (como yo lo llamo):

“Si múltiple en los temas (desencanto vital, talante social, erotismo, muerte, metapoesía) otro tanto sucede en los registros. La poesía encierra en sí misma una percepción acústica y un sentimiento. En Antonio Marín la palabra goza de una vida independiente, un sentido y un ser únicos.”

Gracias a Amelia Díez Benlliure por su amabilidad y su esfuerzo -que me consta-, a Unaria Ediciones por el maravilloso trabajo, y sobre todo gracias a Antonio por ser como es, no sólo por el poeta que uno se encuentra en sus libros, sino por todo lo que hace por la literatura, desde hace ya años, concretamente con El Diván.

Si no sabéis qué regalar esta Navidad, os lo recomiendo, ya no sólo porque sea una golosa selección de la obra de Antonio (un recorrido desde 1978 hasta el año pasado, nada más y nada menos), sino porque cuando uno lee a Antonio en cierto modo se reconcilia con la vida. Y con la muerte. Definen su obra palabras como ingenio, sexo, insatisfacción, dolor, Yolanda, ironía, soledad, Panero, poesía, memoria. Y más. Mucho más. 

Un amplio recorrido -desde su APOCALIPSIS EN MÍ MENOR PARA BAJO, A UNA SOLA VOZ hasta el reciente POEMAS DE CUERPO PRESENTE- que no hay que dudar en llevarse a casa para disfrutarlo poco a poco, para sentir la complicidad que Antonio trasmite, sus desdoblamientos, su vitalidad. Y así te leo hoy, Antonio, junto a la chimenea.



SUEÑO EN LA NEGRURA

Abandonado y solo, desterrado del paraíso,
ángel caído, muerdo el polvo del mundo, sintiendo
sobre mí el hundimiento del universo.

Es tan tarde ya en mis ojos, padre mío,
para llorar tanta muerte inútil,
la infancia (perdida) que no tuve,
mi juventud sin apenas sobresalto,
y de aquel amor adolescente su exterminio…

Ah, esta bestia negra que me aniquila
el pensamiento.

Juguetes de las sombras soy.
  


Gracias, Antonio, por ser.







miércoles, 9 de diciembre de 2015

RUAN: CONFESIONES EN EL NO LUGAR de Fernando Bazán


Foto: Cristina Navarro


Dice Fernando Bazán que RUAN es un antifaz tras el que nos ocultamos a diario, el morrión que vestimos en nuestra cofradía. 

Es también RUAN la confesión del no lugar, esos lugares de paso, de tránsito, esos aeropuertos donde hemos pasado horas perdidas, esos centros comerciales anónimos donde paseamos nuestras almas sin mediar palabra. 

RUAN es el hombre que no existió, el hombre sin nombre. O cada uno de nosotros tal vez. Todos nos ocultamos tras una máscara, y en el fondo sentimos miedo, asco, nos mordemos las uñas o somos unos cabrones. Es aquí donde William Martin hace un repaso de sus vivencias, desprovisto de máscara, confesando su intimidad más oculta. Porque todos tenemos ese lado oscuro que ocultamos delante de amigos, compañeros de trabajo, hermanos. Una falsa identidad.

Lo que está claro cuando uno coge RUAN (El Cangrejo Pistolero, 2015) es que Fernando Bazán no es un artista al uso, no es lo típico (como tampoco lo es Antonio García Villarán, que ilustra el libro), y eso nos hace sentir más humanos, más anónimos tal vez. 

Léanlo. Escúchenlo. Como imaginar lo nunca visto.

No tiene desperdicio.







lunes, 7 de diciembre de 2015

Siempre es un buen momento Brines





























TODOS LOS ROSTROS DEL PASADO


Todos los rostros del pasado, difusos, bellos, han venido
con su pureza o su maldad
a liberarme de la tristeza en esta tarde.
Nada remuerde a la conciencia
si llevo la piedad a unos ojos terribles,
o a unas manos que sólo golpearon,
porque así me miren otros, con ojos arrasados, sabiéndome también terrible y violento.
La pequeña emoción que voltean los pechos
a unos los enciende con el gozo
y a otros los condena con dolor profundo,
y el hombre no comprende el designio secreto de su naturaleza.

Todos nos hemos reunido,
algunos todavía con rubor infantil, otros desnudos
y vigorosos debajo de las sábanas,
para mirarnos confiadamente.
Y en la mirada de cada uno reconocemos el bien,
y el mal de cada uno es el que nos transmitimos con ceguedad.
Nos hemos preguntado, y nadie sabe la respuesta,
si es más valiosa una pequeña felicidad que el dolor que encanece los cabellos,
si un nimio desengaño es más valioso que una felicidad enajenada,
porque nunca sabremos por qué la memoria ha sepultado aquel día y ha elegido aquel otro para su salvación.

Pero todos nos hemos reunido,
y también los jóvenes que corrompió la muerte,
para defender cada momento de la vida.
Y unos asienten al presente
porque les permitirá nutrirse de sí mismos, y salvar piadosamente de la muerte a los muertos,
y otros asienten al presente porque es siempre el origen del futuro misterio, de la continuada realidad,
y todos hemos asentido porque el presente es precario como el hombre.
Y hemos aceptado esta dichosa aventura:
oler una flor del campo,
acariciar con temblor un cuerpo amigo,
ver las sombras abatirse diariamente sobre la tierra.

Y tú entre ellos, rostro más delicado que ninguno,
rubor tan encendido que me vuelve inocente,
que ríes como el mundo cuando es feliz,
y miras mi corazón con dos oscuras y suaves violetas alojadas debajo de la luz.
Por ti nos hemos reunido todos con amor,
para que aceptes de mí la ocasión del dolor y la del gozo,
como yo acepto también el dolor renovado que me traigas
o el alto gozo de la contemplación de tu existencia.

                                            

                                                                                 Francisco Brines


miércoles, 2 de diciembre de 2015

ADALBER SALAS HERNÁNDEZ


Adalber Salas Hernández ganaba hace unos meses el XXXVI Premio de Poesía Arcipreste de Hita por su "Salvoconducto" (Pre-Textos, 2015). Varios días antes había contactado yo con él para pedirle colaboración, un poema o dos, si quería. Y a partir de la historia es conocida: publicó en el Número TRES de La Galla Ciencia dos poemas que no dejaron indiferentes (y si no, que le pregunten a Soren Peñalver, que lo adora desde entonces). Y no es para menos.

En nuestras conversaciones sobre poesía -unas por trabajo, otras porque en las cartas al final surgen estas cosas que nos apasionan- íbamos hablando de autores, de libros..., y de repente, un día, como cosa del Destino, la casualidad (términos aparentemente contrarios, sí, pero tan relacionados).

Adalber me decía lo siguiente, tras declararse también un ferviente lector de Álvarez:

Se da entre nosotros una casualidad muy impactante, querida: el amigo de José María Álvarez que murió hace unos años se llamaba Jorge Gustavo Portella y también era amigo mío. Empezamos a tomar café juntos y conversar regularmente cuando yo estudiaba en la universidad –la UCAB, donde él era profesor. En esa universidad leyó Álvarez su poesía, y fue así cómo entré en contacto con su obra.


Una casualidad que no podía interpretarse como tal, y que nos dio pie (y qué hermoso resultó su texto) a que Adalber escribiera sobre Portella, sobre su amistad y su poesía.

En su reciente viaje a España, Adalber tuvo la generosidad de darme ese SALVOCONDUCTO que yo tanto esperaba y que he devorado en este verano de calor sureño, además de su SATURAS y su EXTRANJERO. Una delicia. Léanlo, si pueden. Es de esos poetas que atrapan, que dan hostias con las letras, que te dejan sentado en la silla un rato y pensando en lo que es realmente la poesía. Y no es peloteo..., porque ya me gustaba antes de conocerlo, que conste.

Desde aquí, mis felicitaciones a este poeta venezolano que conquista con sus versos y mi agradecimiento por todo lo que me ha aportado, quizá, sin pretenderlo. Y que siga. Altamente recomendable, ojo.

Dejo aquí dos poemas: Odisea v2.0, publicado en el Número TRES de LGC, y otro de EXTRANJERO, publicado en 2010 por bid&co. editor.



(Odisea v2.0)


Odiseo no volvió a Ítaca, como es bien sabido
por algunos. Se tardó muchos años más de lo que
nos dijeron. Tantos, que hasta los dioses se cansaron de
observarlo y perseguirlo, quedándose dormidos
finalmente, volviéndose piedras, ruinas, piezas de museo.
Cuando regresó, ya no parecía el mismo. No tenía señas
que lo identificaran, no vestía cicatrices que dieran
cuenta de su historia. Tampoco llevaba pasaporte o
cédula de identidad. Más bien parecía un muchacho turco
o un flaco chipriota con apenas algunas canas,
la piel tostada de tanto andar bajo el sol.
Alcanzó la playa luego de que su barco naufragara.
Iba disfrazado de sí mismo, como siempre supo que lo haría.
Pero no halló su palacio, ni pretendientes, ni penélopes hacendosas y
oscuras, ni telémacos barbicortos. Solamente un pueblo
de pocas calles, oprimido por el sol del Mediterráneo.
Nadie lo reconoció, ni él reconoció a nadie. Los perros ladraban
a su paso, le regalaban la lengua descoyuntada de la historia.
Así que decidió navegar hasta el continente. Allí
lo metieron preso por no llevar documentos
y por expresarse en un lenguaje que nadie comprendía, que
sonaba a viejos huesos que se quiebran. Trató de explicar
a los oficiales de policía que viajar
es perder lenguas, no ganarlas, pero fue en vano.
Lo llevaron a un campo para refugiados en Corintio.
No pudo contarle su historia a nadie, no pudo narrar a los otros
presos las historias de sus hazañas: por primera vez estaba desnudo.
Con su conocida maña, logró escapar a los pocos meses, esta vez sin tener
que cegar a nadie. Tras muchas aventuras sin dioses, terminó
en Atenas, donde se dedicó a vivir de limosnas y pequeños robos. El hambre
lo había quebrado, alucinaba ángeles desnudos como el vidrio
o como el agua, ciegos como relojes.
No alcanzó la vejez. Dicen que murió sin decir palabra, pero no
se sabe bien cómo. Algunos creen que fue la falta de alimento. Otros,
que fue asesinado en una disputa entre mendigos. E incluso hay
quienes aseguran que murió, como tantos otros extranjeros,
en los recientes disturbios populares.





no quiero cruzar la próxima esquina

sé que ahí
                a unos pasos
en una espera sin tiempo
me aguarda eso que es más mío
en lugares como éste
                           que no tocan las palabras

esa luz dura
esa nitidez imposible
               que nos salva de lo turbio
                           y nos fulmina



*Para leer el texto sobre Portella, pinchad aquí.