![]() |
Foto: Cristina Navarro |
Dice Fernando Bazán que RUAN es un antifaz tras el que nos ocultamos a diario, el morrión que vestimos en nuestra cofradía.
Es también RUAN la confesión del no lugar, esos lugares de paso, de tránsito, esos aeropuertos donde hemos pasado horas perdidas, esos centros comerciales anónimos donde paseamos nuestras almas sin mediar palabra.
RUAN es el hombre que no existió, el hombre sin nombre. O cada uno de nosotros tal vez. Todos nos ocultamos tras una máscara, y en el fondo sentimos miedo, asco, nos mordemos las uñas o somos unos cabrones. Es aquí donde William Martin hace un repaso de sus vivencias, desprovisto de máscara, confesando su intimidad más oculta. Porque todos tenemos ese lado oscuro que ocultamos delante de amigos, compañeros de trabajo, hermanos. Una falsa identidad.
Lo que está claro cuando uno coge RUAN (El Cangrejo Pistolero, 2015) es que Fernando Bazán no es un artista al uso, no es lo típico (como tampoco lo es Antonio García Villarán, que ilustra el libro), y eso nos hace sentir más humanos, más anónimos tal vez.
Léanlo. Escúchenlo. Como imaginar lo nunca visto.
No tiene desperdicio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario