Atormentado y solo
sufre
el silencio de tus labios.
Anoche no quisimos faltar a la
cita en el Café Ficciones de Murcia de la presentación de la antología de
Antonio Marín Albalate INFIERNO Y NADIE, que acaba de publicar Unaria
Ediciones. Un cariñoso Ángel Paniagua fue el encargado de presentar el acto de
Albalate, ese poeta que a veces hemos visto desdoblado en otros nombres, otros
poetas.
Cierto es que -dado cómo suceden
los días (y a veces las noches)- no he podido más que leer el estudio
preliminar de José Luis Abraham López (al que doy desde aquí la enhorabuena por
el maravilloso recorrido que hace de la obra de Antonio), sobre el que poco más
se puede decir y del que me permito la licencia de citar con un párrafo que
resume mucho sobre la poesía de Albalato (como yo lo llamo):
“Si múltiple en los temas
(desencanto vital, talante social, erotismo, muerte, metapoesía) otro tanto
sucede en los registros. La poesía encierra en sí misma una percepción acústica
y un sentimiento. En Antonio Marín la palabra goza de una vida independiente,
un sentido y un ser únicos.”
Gracias a Amelia Díez Benlliure
por su amabilidad y su esfuerzo -que me consta-, a Unaria Ediciones por el
maravilloso trabajo, y sobre todo gracias a Antonio por ser como es, no sólo
por el poeta que uno se encuentra en sus libros, sino por todo lo que hace por
la literatura, desde hace ya años, concretamente con El Diván.
Si no sabéis qué regalar esta
Navidad, os lo recomiendo, ya no sólo porque sea una golosa selección de la
obra de Antonio (un recorrido desde 1978 hasta el año pasado, nada más y nada
menos), sino porque cuando uno lee a Antonio en cierto modo se reconcilia con
la vida. Y con la muerte. Definen su obra palabras como ingenio, sexo,
insatisfacción, dolor, Yolanda, ironía, soledad, Panero, poesía, memoria. Y
más. Mucho más.
Un amplio recorrido -desde su APOCALIPSIS EN MÍ MENOR PARA
BAJO, A UNA SOLA VOZ hasta el reciente POEMAS DE CUERPO PRESENTE- que no hay
que dudar en llevarse a casa para disfrutarlo poco a poco, para sentir la
complicidad que Antonio trasmite, sus desdoblamientos, su vitalidad. Y así te
leo hoy, Antonio, junto a la chimenea.
SUEÑO EN LA NEGRURA
Abandonado y solo, desterrado del paraíso,
ángel caído, muerdo el polvo del mundo, sintiendo
sobre mí el hundimiento del universo.
Es tan tarde ya en mis ojos, padre mío,
para llorar tanta muerte inútil,
la infancia (perdida) que no tuve,
mi juventud sin apenas sobresalto,
y de aquel amor adolescente su exterminio…
Ah, esta bestia negra que me aniquila
el pensamiento.
Juguetes de las sombras soy.
Gracias, Antonio, por ser.
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