LO QUE ESPERO DE TI
Espero de ti un amor animal,
instintivo, sin prejuicios,
que me vigile con empeño
y me taladre
sin rencor ni alevosía,
que se alimente de mí
-vivo o muerto-
o me integre en su manada ácida
y me muestre los caminos más seguros
y las vallas eléctricas de alambre
que tendré que evitar a toda costa
-como ahora estoy evitando
tu mirada hexagonal-.
Me va la vida en ello.
No espero de ti
bandejas de chuletas
envasadas al vacío,
precocinadas y templadas,
aliñadas y tan tristes
como una gacela herida.
Tampoco espero una salsa
de amor liviano,
con abrefácil
y lista para usar.
Conozco tu instinto asesino,
te sé una depredadora agazapada,
insurrecta,
revolucionaria,
escurridiza.
Estudié tus peligrosas
características selváticas,
he leído a fondo
tu manual de instrucciones.
¿Cómo voy a temer
tu fiereza?
¿Cómo no sucumbir
a tu brutalidad,
a tu olor intenso
a bestia cosmopolita?
Conozco todos los riesgos que entrañas.
Sé que contigo puedo aspirar
únicamente
a un éxtasis irracional.
No espero menos de ti.
SI FUI YO
Si fui yo quien nació de tus costillas
siendo varón, primario e imperfecto
entenderás, mujer, que es lo correcto
levantar un altar en tus mejillas.
Si mi barca es trinchera de tu orilla,
si echa el ancla en tu playa o en tu puerto
entenderás, mujer, que estaré muerto.
Trapecista sin red. Sol sin semilla.
Dirige mis desvelos y mi ruta
a través de esta ciénaga fangosa.
Sé mi brújula cómplice y astuta.
Modera mis discursos incendiarios,
inicia la creación de un mundo en prosa.
Que acompañen mis versos dioses varios.
David González Lago
De CORAZÓN INMUEBLE (Lastura, 2017)
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