sábado, 24 de diciembre de 2016

FELIZ NAVIDAD


DENTRO TIENES AL QUE RECLAMAS


(...) Sin tardanza, arrastró a Itis como una tigresa del Ganges a una cría de teta de una cierva a través de los oscuros bosques, y cuando alcanzaron la parte más alejada de lo profundo de la casa, al que tendía sus manos y veía ya su destino y gritaba “madre, madre” y buscaba su cuello, Procne lo hiere con la espada donde el pecho se une al costado, y no vuelve su rostro; por más que una sola herida le bastaba para su muerte, Filomela le abrió la garganta con el hierro; y despedazaron los miembros, todavía vivos y que conservaban algo de aliento: de ellos una parte salta en los profundos calderos de bronce, otra parte chisporrotea en los asadores; las estancias chorrean de sangre.

A estos manjares invita la esposa a Tereo que nada sabe y, fingiendo un sacrificio según la costumbre de sus antepasados al que solo se permite asistir al marido, alejó a acompañantes y siervos. El propio Tereo, sentándose en elevado sitial de sus antepasados, come y amontona en su vientre sus propias entrañas y, tan grande es la noche de su alma, “llamad aquí a Itis”, dijo.


No es capaz Procne de disimular la alegría de su crueldad y, deseando ya erigirse en la mensajera de su matanza, “dentro tienes al que reclamas”, dice. Mira él en torno suyo y pregunta dónde está; y, mientras buscaba y lo llamaba de nuevo, según estaba con los cabellos despeinados por la terrible matanza, dio un salto Filomela y arrojó a la cara del padre la ensangrentada cabeza de Itis y en ningún otro momento había preferido poder hablar y atestiguar su goce con palabras dignas de la ocasión. 

El tracio alejó la mesa de sí con un enorme grito y hace venir a las viperinas hermanas del valle estigio, y unas veces intenta sacar de allí, si pudiera, con su pecho abierto el cruel festín y las sumergidas entrañas, otras llora y se llama miserable sepulcro de su hijo; ahora persigue con la espada desenvainada a las hijas de Pandíon. 




Ovidio

Las Metamorfosis (Libro VI)
Traducción de Consuelo Álvarez y Rosa Mª Iglesias


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