A los perros maltratados
Tan solo deseo
que, tras revolveros
con serena y justa rabia,
que después de desgarrar
el último trozo de carne
del hueso del opresor,
que tras mutilar las correas
y morder con gloria certera
la mano que os dio de comer,
no cometáis el error
de alzaros sobre dos patas.
La virtud del animal
Y entonces aceptaremos
la noche.
Abandonaremos el camino
con desprecio.
Abrazaremos la frondosidad
del bosque.
Dedicados a amamantar sombras
y recoger
ramas para tu corona, para mi ornamenta huesos.
Por único vino elegiremos de nuestros cuerpos
el viñedo.
Acecharemos tras nuestros hermanos árboles ungidos
en elegancia de barro.
Nuestro hogar será la hoguera, nuestra desnuda danza ebria
su mayor ofensa.
Obtendremos la virtud del animal, la dignidad innegociable
de la fiera.
Seremos los primeros de muchos
o los últimos de todos.
Tampoco nos importará.
Javier Vayá Albert
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