La semana pasada, en el Museo de Ramón Gaya de Murcia, mi querido Maestro presentó la última edición de su Museo de Cera (Renacimiento, 2016) junto a Joaquín Baños, que hizo una breve pero entretenida retrospectiva de las distintas ediciones de Museo desde aquel primer Libro de las nuevas herramientas. Fue una noche hermosa y un acto memorable, para qué mentir. Uno cuantos amigos, unos buenos versos, la Luna, el vino. No se podía pedir más.
Gracias a Daniel J. Rodríguez -que estuvo ahí donde yo no supe estar- comparto con vosotros algunas fotos de la noche, y al mismo tiempo incluyo dos poemas que adoro del último poemario de José María Álvarez, Seek to know no more.
Gracias por todo, José María. Siempre.
XXXVII
VEN
AQUÍ, DIOSA CIPRIA, Y EN DORADAS COPAS ESCANCIA DELICADAMENTE NÉCTAR
ENTREMEZCLADO DE ALEGRÍAS. Eso canta Safo en la hermosa traducción de Aurora
Luque.
Era
una tarde de calor espeso.
Estaba yo bebiendo en paz en el S. Andrea
cuando en la escalinata que conduce al Duomo
vi sentados a un chico y una chica.
Qué resplandor de juventud.
Una belleza más allá de la belleza. Se
besaban.
De pronto fue como si sobre Amalfi descendiera
un silencio sagrado
y sólo existieran aquellos dos
jóvenes. Ellos. Aureolados
del ardor de esos años. Su
juventud suntuosa
rebosando el deseo.
Y recordé esos versos de Estratón
cuando sueña con el beso de Méride
y se pregunta: Si me besó,
¿cómo habiéndome convertido así en un Dios
sigo errante sobre la tierra?
Y entonces pensé en usted, Kavafis,
en versos suyos donde se exalta esa pasión,
y fue una sensación tan fuerte
que casi podía sentirlo a usted al otro lado de
la mesa,
y que hablábamos, comentábamos la delicia
de aquellos jóvenes.
Vi en sus ojos, Kavafis, la añoranza que usted
sentía
de besos como esos, el deseo de cuerpos como
esos,
como daríamos lo que fuera
por gozarlos, verlos reír y suspirar
con nuestras caricias…
y nos vi
a usted y a mí
colgando ante ese esplendor, como aquella
vez Meleagro en la puerta de Cipris,
los despojos de nuestra pasión.
Y me dije Ah si la vida fuera
generosa,
si fuésemos generosos con nosotros mismos,
buscaríamos atraer
la curiosidad de esas criaturas, los
invitaríamos
a sentarse a nuestra mesa, a beber con
nosotros,
los encandelaríamos con nuestra conversación,
y después
(¿por qué no soñar que bajo un crepúsculo en
llamas?)
usted se iría con el chico
y ella conmigo.
XXXI
Bueno,
Borges… estamos como siempre, de acuerdo:SOMOS NUESTRA MEMORIA.Y, LLEGADA LA NOCHE,
EL «NAUTILUS» VOLVIÓ A ALTA MAR.
Gracias
a mí mismo.
Gracias por no dejar
que hayan envejecido
mis sueños. Gracias
porque pese a todo
lo que no me he entendido con la vida
sigo siendo hombre libre. Gracias
por haber construido mi memoria,
por lo que ésta sirva a otros.
Gracias porque mis deseos sexuales
sigan tan vivos como a los veinte años.
Gracias porque contra todo
lo que ha sido cruel, ha estado en contra,
haya sido más fuerte
saber dejarme fecundar por lo excelente.
Gracias
por no haber mancillado ese sagrado
del Ocio, la contemplación del mundo
lenta, serena, en paz.
Gracias por no haberme convertido
en uno de esos que desprecio.
*Aquí recita José María varios poeamas para LGC.
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