Leyendo el discurso inaugural de
Emilio Adolfo Westphalen -que dio con motivo de la Semana de Poesía
Iberoamericana de Salamanca, en 1991- me doy cuenta de que estoy de acuerdo con
él en muchas cosas.
Aunque se puede encontrar el
texto completo en “Emilio Adolfo Westphalen. Poesía completa y Ensayos
escogidos” (edición a cargo de Marco Martos para el Fondo Editorial de la
Pontificia Universidad Católica, Lima, 2004), e incluso en la red, me permito
publicar aquí algunos fragmentos del discurso que me parecen exquisitos para
entender su concepto de poesía. Muy a tener en cuenta, oigan.
SOBRE LA POESÍA
No es secreto que el acceso a la
Poesía no es acontecimiento común u obligatorio en la vida corriente. Mucha
gente (me temo que la mayoría) transcurre dichosa o mediocre o angustiosamente
su vida sin que tenga la menor sospecha de que circulan —casi clandestinamente—
unos raros objetos construidos con palabras —los cuales (en ocasiones) dan un
sonido dulce o agrio pero que nos confunden y transportan a otra esfera de
existencia —por lo general exaltada y casi siempre intraducible a otros
términos del lenguaje o actividades diversas de nuestro espíritu. ¿Cómo se
llega a este estado que podríamos calificar de tiernamente delirante?
No ha sido nunca (a mi entender)
esclarecido el fenómeno de la iniciación poética. Intuyo que son innumerables y
variadas las vías que conducen —por extraviados oscuros e imprevistos caminos—
al primer contacto —a la revelación primigenia. Lo cierto es que quien ha
abierto los ojos y oídos a la percepción de un canto de ninfa o sirena
—difícilmente podrá desprenderse de la nostalgia de sentirse nuevamente
cautivado por ella.
[…] Aun si por azar acude —no
sabremos nunca si nos concede la inmerecida dádiva— el don tan prestamente
otorgado cuanto abolido. De lo antes manifestado podría oscuramente deducirse
que la Poesía no solo es incierta —variable— sino igualmente engañosa —la
mayoría de las veces decepcionante. Otra consecuencia es la admisión de que no
existen sistemas establecidos y seguros de aproximación —que son quiméricos los
esfuerzos por trazar reglas e inventar métodos de captación. Un éxito
—inesperado y nunca exento de duda— no asegura la posibilidad de la repetición.
El poeta debe ofrecerse a la
Poesía tan despojado de todo prejuicio o arte retórica como la vez primera que
tuvo la escatimada dicha de creer estaba a él dirigida una voz atrayente y
desilusionante. […] La apreciación de los poemas —en cambio— varía siempre de
acuerdo a las épocas —a las circunstancias de la vida en que los escuchamos— al
temperamento y a la sensibilidad de las personas.
El poema —al igual que la
belleza— es casi invariablemente lo inesperado —lo que nunca tuvimos sospecha
que existía— la dádiva recaída sobre quien menos se esforzó en recibirla. Aun
más conturbante y desconcertante es descubrir los casos excepcionales —ver que
la Poesía— obedeciendo a su capricho y albedrío— se aficiona a ciertas voces y
convence en esa forma que se oigan en esta tierra sonidos más propios de Orfeo
o de seres celestiales o atrayentemente demoníacos. […]
Cuando murió Rimbaud en Marsella
—hará dentro de poco cien años— hacía cerca de veinte que se había arrancado el
manto real del poeta y del vidente. Sin embargo lo que la poesía dijo a través
de tales intermediarios sigue más vivo y más actuante que gran parte de lo
producido en este siglo. Esa agua sigue fresca —nos mueve— nos vigoriza— nos
perturba. Todavía no se ha diluido el oro en que fueron engarzadas las piedras
preciosas espirituales que ellos recogieron y escogieron. No me atrevo a
particularizar mi pleitesía a tan egregios representantes de la inspiración
—humana y divina. Es poco lo que podría añadir (y más que discutible) para
situar dentro de la sensibilidad nuestra a quienes fue indiferente la gloria
literaria u otra y para quienes en la ‘revelación’ se encerraba todo lo
transmisible de la inanidad y la trascendencia humanas.
Esclarecedora y perturbadora, como debe ser,esta visión de la poesía. ¡Gracias,Noelia!
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